Teoría crítica ¿o irracionalismo pretencioso?
Es moneda bastante corriente el citar a Adorno, Marcuse o algunos otros a quienes se les etiqueta, de manera absurda, como marxistas y, también ridículamente, como “teoría crítica”. Especialmente entre los círculos donde campea el fundamentalismo lingüístico y basta utilizar palabras como “burgués” o “capitalismo” para considerarse seguidor de Marx y, armado con pintura en aerosol, traer “el socialismo” a punta de consignas cursis y performances ridículos. Pero eso sí, hablar de modificar las relaciones de producción, la reducción de la jornada laboral, la promoción de cooperativas o plantearse el cuestionamiento hacia el empresariado ni siquiera está dentro del horizonte de la “izquierda” de peluche que prefiere, rosario en mano, autoflagelarse en las catedrales de la religión del lenguaje. Una superstición tan primitiva que se engaña pensando que el lenguaje cambia la realidad. Pero haciendo a un lado el contexto vayamos a lo concreto y disfrutemos la comicidad involuntaria de una