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Teoría crítica ¿o irracionalismo pretencioso?

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Es moneda bastante corriente el citar a Adorno, Marcuse o algunos otros a quienes se les etiqueta, de manera absurda, como marxistas y, también ridículamente, como “teoría crítica”. Especialmente entre los círculos donde campea el fundamentalismo lingüístico y basta utilizar palabras como “burgués” o “capitalismo” para considerarse seguidor de Marx y, armado con pintura en aerosol, traer “el socialismo” a punta de consignas cursis y performances ridículos. Pero eso sí, hablar de modificar las relaciones de producción, la reducción de la jornada laboral, la promoción de cooperativas o plantearse el cuestionamiento hacia el empresariado ni siquiera está dentro del horizonte de la “izquierda” de peluche que prefiere, rosario en mano, autoflagelarse en las catedrales de la religión del lenguaje. Una superstición tan primitiva que se engaña pensando que el lenguaje cambia la realidad. Pero haciendo a un lado el contexto vayamos a lo concreto y disfrutemos la comicidad involuntaria de una

El luminoso fracaso de la Liga Comunista 23 de Septiembre

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  La Liga Comunista 23 de Septiembre se distinguió por su deslinde permanente del centrismo dominante, o lo que ingenuamente se insiste en denominar “Nacionalismo Revolucionario”. También rechazó y previó acertadamente en lo que se convirtió el artificiosamente denominado Partido Comunista Mexicano: en el obediente palero del conglomerado partidista pro empresarial, o simplemente, PRD. Pese a su rotundo fracaso, la Liga intentó fomentar una política proletaria independiente de la adictiva teta estatal y con una orientación anti burguesa. E insisto en la palabra fracaso porque cuando se menciona la Reforma electorera de finales de los setenta como una victoria, se le hace un flaco reconocimiento a los caídos en combate al elogiar una simple herramienta contrainsurgente que llenó los bolsillos del emprendedurismo electorero, quienes aparentemente, han triunfado al hacer creer que la democracia consiste en marcar, doblar e insertar una pieza de papel en una urna. Tristísimo favor hacen, r

El humor no debe tener límites o Spinoza burlándose de la cristalería

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  Los límites son para las acciones no para las palabras, la pluma y, especialmente, el humor. Puesto que este último es por definición un despliegue de inteligencia y libertad, condiciones indispensables para el desarrollo de una sociedad armónica, solo puede verse condicionado por el talento y puesto que, garantizado por la libertad de expresión, es un camino de dos vías porque, si el que se ríe se lleva, entonces está la posibilidad de responder con ingenio y zanjar las diferencias. Esto bastaría para rechazar la idea de que el humor debería censurarse, ya fuese por ofensivo o alguna otra inquisitorial excusa. Sin embargo, la censura de los ofendidos es pandémica y no es más que el remanente puritano del totalitarismo con el que se han defendido el dogmatismo, la superstición y la intolerancia disfrazada con la engañosa seda de las buenas intenciones. Este debate fue olímpica y elegantemente superado por Spinoza en el siglo XVII. ¿Pero quién fue este individuo? Este amigo de la

Psicopatía en la Literatura

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A falta de una definición clara se pueden mencionar un par de trazos, que según su intensidad, evidencian la gravedad del padecimiento: una reducida empatía y carencia de remordimientos. Ello dibuja a un antisocial, manipulador y egoísta. Sazonado, además de un comportamiento deshinibido, con un peligroso “carisma” y que es capaz de construir sus propias reglas no tomando en cuenta al colectivo que le rodea 1 . Lo anterior podría aplicar para un número “x” de empresarios o políticos pero ¿cómo se representa la psicopatía en la Literatura? Por ejemplo, Guy de Maupassant en su cuento Un loco presenta a un encumbrado juez, que recién había muerto con más de ochenta años de edad y que “Se había pasado la vida persiguiendo el crimen y protegiendo a los débiles. Timadores y asesinos no tenían enemigo más temible pues parecía leer, en el fondo de sus almas, sus secretos pensamientos y descubrir, de una simple mirada, todos los misterios de sus intenciones” 2 . Aunque para sorpresa de todo